Hay veces que no sé.
No sabes ni cómo ni por qué, pero hay veces en las que tienes ganas de algo y no sabes de qué. Simplemente tienes las ganas. Ganas de escribir, por ejemplo, tienes la hoja y la pluma y comienzas, como si la parte muda de ti quisiera expresarse por medio de las letras lo que no puede decir de otra forma.
Hay veces que despiertas con un vacío y hartazgo de la vida que no sabes ni de donde proviene, simplemente lo sientes y tienes ganas de tomar la salida de emergencia para huir. Entre más intentas encontrar una explicación clara ante esto más abrumado te encuentras. No hay forma de escrutar lo que sientes.
Hay veces que te enfadas sin saber la razón y la más cercana que encuentras te parece tan estúpida que aseguras no puede ser la causa del enfado. Intentas buscar cualquier explicación racional e incluso tratas de convencerte por medio de argumentos que el disgusto no tiene sentido y está fundamentado en la nada. Pero no es suficiente. Aparentemente la vida te sigue proveyendo de las mismas bondades, aparentemente las cosas están bien y mejor de lo que antes pudieron estar pero no es así. Hay algo dentro que quiere decirte algo.
Esto es un experimento para ver qué se puede escribir cuando simplemente se siente las ganas de escribir. Puede ser no muy coherente, pero lo importante es saber qué quiere escribir la mudez.
Darle licencia para reclamar la falta de atención que recibe y para darle el poder de decir que nos acostumbramos fácilmente a todo. Que lo que antes era novedad hoy ya es costumbre. Que la costumbre hace desatender a las cosas que eran importantes como si ya no tuvieran tanto valor como antes.
Hay veces que la misma vida nos otorga regalos inesperados. Regalos que aparecieron dónde menos se esperaban, cuando más se necesitaba y mejoraron como jamás se imaginaban.
Hay veces que vives como si estuvieras soñando y sueñas como si estuvieras viviendo. No hay forma de medir cuánto tiempo llevas así. Simplemente vives los momentos por los momentos mismos. Y la vida transcurre sin darte cuenta de que transcurre.
Hay veces que quisieras apartarte del mundo con lo que tienes y ser. Ser sin importar nada y estar disfrutando todo. Vivir hoy disfrutando el ayer viendo hacia lo inmediato. Ser un bohemio de nosotros mismos. Disfrutando de los detalles y las cosas a las que nos hemos acostumbrado.
Hay veces que quisieras ser tomado de la mano y caminar… Hay veces que en la ausencia de palabras se dicen más cosas. Hay veces que los silencios se disfrutan más que las voces. Hay veces que sólo necesitas ver a alguien para saberlo todo. Hay veces que el sonido más agradable es la risa de alguien. Hay veces que la sombra más bella es la que camina junto a la tuya. Hay veces que los ojos con más significado son los que miran fijamente a los tuyos. Hay veces que no importa que tan rápido o lento se vaya el tiempo si lo pasas con las personas que amas. Hay veces que el olor te transporta a sensaciones inesperadas. Hay veces que los paisajes más extremos no se disfrutan estando solo. Hay veces que las cosas de la vida sólo adquieren significado cuando las unes a personas significativas.
Hay veces en las que tienes ganas de algo y no sabes de qué. Simplemente tienes las ganas. Ganas de escribir, por ejemplo, tienes la hoja y la pluma y comienzas, como si la parte muda de ti quisiera expresarse por medio de las letras lo que no puede decir de otra forma.