Un día de café mentolado.

Veo cómo pasa el mundo a mí alrededor. Los minutos se vuelven horas, las horas días… pero sigo sin ver cuándo llegará el fin a todo esto. Todo me parece insípido, nada me atrae. Nada tiene sentido, miro el televisor y todo me parece tan estúpido, me miro a mi mismo y siento que algo me falta. Día tras día me las ingenio para sobrevivir. El móvil es un buen amigo. Los deberes académicos un gran distractor. Las actividades culturales y de esparcimiento, una buena chispa que ilumina lo grisáceo de los días. Pero cuándo solo me encuentro, la perdición aparece, la desesperación arriba.
Es una sombra que no me deja en paz. Siempre está ahí. ¿Cómo hacer para deshacerme de ella? El pasado atormenta mi presente. Los recuerdos abruman mis pensamientos. No hay Santo que cure este mal. Escribo con la ilusión de vaciar mis pensamientos. Mi mente sigue llena de ellos.
El futuro sigue siendo el adversario que me persigue en el presente. ¿Qué psicólogo tiene la respuesta a mi situación? Las canciones ayudan a vaciar los sentimientos. Mi corazón está lleno de ellos y de emociones. El tiempo sigue pasando. La contingencia de este mundo me fastidia.
Cargar con mi existencia es una cruz que no elegí. ¿Qué haré de mí? Mientras me mantenga en este mundo tengo que hacer algo. Eso no me inspira paz.
Las apariencias engañan. Nadie ha sabido ver a través de mis ojos el vacío que me asecha. ¿A dónde se fueron los días en lo que la vida tenía sentido? ¿Debajo de qué piedra se escondieron las ganas de seguir viviendo?
Eres tú quien no me deja vivir en paz. Quisiera desvanecerme como gota de agua en el mar. Dejar de pensar. Dejar de sentir. Dejar de amar. Dejar de planear. Dejar de existir…
¿Hacia dónde voy? No lo sé. ¿Qué quiero? Venganza ¿Contra quién? Eso quisiera saber.
Futuro, hijo de puta, ¡escúchame! Déjame en paz… Hay tanto por hacer todavía. ¡Qué estrés!
Veo cómo pasa el mundo a mí alrededor. Los minutos se vuelven horas, las horas días… pero sigo sin ver cuándo llegará el fin a todo esto.