Sunday, January 20, 2008

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Solo se necesita detenerse un breve momento para darse cuenta de lo absurdo que parece la vida. Si vas por la calle detente un rato, observa como pasan miles de personas sin decir algo… simplemente caminando hacia algún lado. Esos rostros de gente que no conoces y seguramente nunca lo harás, con circunstancias diferentes a las tuyas, con preocupaciones distintas y aún así caminan, caminan, caminan. Sólo puedes observar cómo caminan y ¿en qué te puedes fijar? ¿En su ropa? Para inferir que tipo de persona reflejan ¿En su expresión facial? Para tratar de adivinar que sucede en su interior o ¿fijarse en sus acompañantes? Para entender las condiciones de aquella persona. Pues podemos fijarnos en todo, y sin embargo ¿Cuál es el objetivo de su existencia? ¿Qué hacen en este mundo? ¿Sólo vinieron para desgastar el suelo, para gastar su salario, para vestirse a la moda, para complacer los caprichos de sus niños, para vigilar la vida de otros? ¿Para qué han venido? Ellos no se dan cuenta de lo absurdo que se ven caminando así… en masa, yendo de un lugar a otro con gestos que indican la falta de tiempo, las prisas por llegar a otro lado.
Y ¿todo para qué?
Pensemos en otro caso, el caso de una persona cuya vida es aparentemente fácil pues el dinero o la salud no es problema. Y esta persona sufre de amor, de la necesidad de ser correspondido afectivamente por una persona que lo complemente… Y sufre como si el mundo se derrumbara por que el ser amado no corresponde o por cualquier otro de los problemas que los llamados románticos sufren… ¿Todo ello tiene sentido? ¿Verdaderamente vale la pena vivir esclavizado a un sentimiento? ¿Vale la pena gastar y aventar por la borda la poca paz que puede llenar nuestro interior? ¿Vale la pena sufrir toda clase de delirios que desestabilizan a una persona… solo por pasión?
¿Vale la pena?
Es que realmente vale, si vemos a personas adultas que trabajan, viven y que evidentemente no tienen éxitos laborales, profesionales… en el que la familia es lo único que los mueve. Ni siquiera tienen reconocimiento social… pero siguen viviendo y trabajando. ¿Será por costumbre? ¿Será por que es más fácil vivir sin cuestionarse lo que hace falta en nuestras vidas? Pues si alguien muere, ¿después qué? Sí, tal vez se sufra o se lloré por un tiempo pero después no pasa nada. El mundo sigue girando, el tiempo sigue avanzando, los planetas siguen su curso, los perros siguen defecando… No cambia nada.
No entiendo. Pues ni los éxitos profesionales, ni las vanidades de este mundo, ni las diversiones, ni los placeres, ni la posición social, ni la fama, ni las pasiones llenan. Son insignificancias que les suceden a hombres cuya dimensión es del tamaño de una partícula de polvo. Son nada en manos de nada. ¿Entonces cuál es el objetivo de esta vida? ¿Para que fuimos hechos? ¿Para ser la diversión de dioses que manejan el mundo a su antojo? Y ¿para que diablos se nos dio la razón? Para que al disponer de la razón nos volviéramos dementes al ver que nada tiene sentido en este mundo. Todo esto suena a un plan macabro, al cual no estoy dispuesto a contribuir. No obstante, sigo sin entender que hago aquí…