Saturday, November 08, 2008

No supe cual elegir


Estaban frente a mí y las miré.
La noche no representaba oscuridad sino la privacidad del alma. El aire no significaba frialdad sino la aprobación de la naturaleza. Y ahí estaban, eran brillantemente resplandecientes.
Parecía quietud, pero sólo parecía. En realidad no había sino la conspiración del cosmos, las estrellas comenzaron a danzar circularmente hasta acariciar mi cabello. El espectáculo era simplemente inefable e inverosímil, para quien no estuvo presente seguramente ya habrá perdido el interés por lo fársico que suena. Además hubo pocos testigos, fuera del escenario natural.

En ese momento todo podía pasar. La contemplación de la tranquilidad era la protagonista de la historia aparentemente. Pero de repente las estrellas comenzaron a susurrarme, no supe si fue realidad o fantasía. Pero comencé a escuchar claramente sus voces.

Una de ellas me decía que me atreviera, que hablara, que fuera valiente y no temiera ante la reacción que pudiera tener. Me decía constantemente que no hay otra cosa sino el presente. Que lo hiciera de una vez por todas y sin pensar. Que hablara... pero luego llegó la voz de la otra.

Esta otra me pedía cautela, me rogaba que dejara seguir el curso natural de las cosas. Que previera las posibles reacciones y consecuencias de cualquier palabra que pudiera haber emitido. Me hizo ver la gama de secuelas. Me asusté y no supe que hacer. Y es que el futuro parecía tan cambiante y variable.

Una más, y la más pícara de todas me insinuaba detalle a detalle lo que podía hacer para obtener los placeres que deseaba. Era muy concreta, muy vivaz en sus sugerencias. Ellas parecían funcionar y pensé que podía recibir lo que mis emociones me gritaban. Así que una vez más le hice caso. Ejecuté con maestría y sin discreción uno a uno de los consejo de la última estrella. Sin embargo me hacía falta algo más, parecía carente de palabras, carente de verdadera intención o carente de verdadera convicción.

Las estrellas comenzaron a hablarme al mismo tiempo y ya no supe cual elegir.
El escenario que era perfecto se tornó hostil ante mis deseos.
El tiempo pasó, y no hubo opción más que la resignación.
No supe qué voz escuchar. No supe armonizar el ahora con el después.
Perdí el momento idóneo. Mi voluntad se ridiculizó ante sí misma por no ser clara y firme.
La indecisión en realidad fue la protagonista de la historia.

No desperté solo


Es lógico para muchos, si duermes solo, despiertas solo. Pero no, muchas veces despiertas y no sabes junto a quién, por muy surreal que suene. Como la canción de mecano que dice "...cuando me desperté y vi otro tío acostado, de espaldas a mi lado, me dije 'pavo este quién es'" (Mecano, Stereosexual)

Lo digo, porque ya me ha pasado. He despertado con no sé quién y no recuerdo que haya pasado algo la noche anterior. Ayer por ejemplo no desperté solo, desperté con 'nervios', con 'decisión', con 'valor', con 'incertidumbre' y con 'gusto'. Ni me digan, suena como una orgía, pero ni siquiera noté su presencia. Sólo despertaron junto a mí y me siguieron todo el día.

Y así fue... cuando entré ahí estaba, como siempre, conforme a mi memoria, ahí... Mis acompañantes mañaneros no me soltaron la mano. Lo que ví cuando entré, entre la penumbra, confirmaba la realidad, no era un ente ideológico, no era un intangible, era real.

Mis latidos eran más fuertes que el ruido exterior, la gente me veía con esa mirada como cuando ruge el estómago, y volteas a ver de dónde proviene el sonido. Me sentía incómodo ante los latidos de mi corazón, sentía que me iba a explotar el pecho. Después las cosas regresaron a la normalidad, al parecer fue la 'costumbre'. Pero no recuerdo haberla visto en mi cama. En fin, terminó todo y me fui. Como si solo hubiera sido un espectáculo callejero de medio tiempo y no me hubiera afectado en lo posible. Y es que olvidé que ya había lanzado piedras, golpes, gritos, suspiros, recuerdos y palabras. Ese fue mi mejor aplauso. Me levanté, y caminé. Sin decirme una palabra, en un silencio incómodo. Sentía que debía decirme algo. Pero omití las palabras. Cuando la impresión es fuerte deja en blanco la mente.

Hoy por ejemplo, desperté con 'hubiera'. Y le dije: ¿Qué pedo? ¿Qué haces en mi cama? Y se carcajeaba de mí. Se me encimó. Y comencé a pensar "...hubiera gritado su nombre", "...hubiera esperado", "...hubiera dicho algo", "... que tal si hubiera"

Y dije: !al carajo! ¿Por qué desperté con "hubiera"? Si "hubiera" no existe. No, no existe. Pero si está, y está ahí presente. No digo que su presencia sea linda o amable. Si no que su presencia es mala leche. Hostiga, oprime el pecho. "Hubiera" en pocas palabras no está padre. No, no está padre "...porque si hubiera... hubiera sido padre" y "... si no hubiera, hubiera sido aún más padre" Pero así no sucedieron las cosas. No. Las cosas salieron todo los contrario a "hubiera", cosa que no está padre, pero al menos es real.

Así que me vestí. Cerré la puerta de mi dormitorio y le dije ¡Quiero que te vayas para cuando yo regrese!

Aún no he entrado al cuarto, porque creo que sólo aparecen cuando despierto. Pero le dejé muy claro que no quería volver a verla entre mis sábanas; creo que esta vez fui más determinante que antes.

Mañana espero amanecer con "meaning"…