Friday, June 12, 2009

Labios.

Mis manos sobre tus caderas. Tu piel cálida. Tu vientre suave. Nuestros cuerpos pegados. Te miro a los ojos. No parpadeamos. Mirada larga y profunda. Miro tus labios ardientes. Miro tus ojos de nuevo. Te grito en silencio que muero por besarte. No retiras la mirada. Me acerco lentamente. Mis manos suben con gentileza. Acaricio tu mejilla. Aún no te beso. La línea del tiempo se rompe. Dudo en besarte. Mis labios se acercan más a los tuyos. Mi mano enmarca tu rostro. Nuestros labios se tocan, se desean… sienten un calor, una chispa, un fulgor. Se entrelazan con suavidad, con dulzura, con controlada pasión. Mis manos acarician tus hombros. No controlan sus movimientos. Pinto tu mejilla con mis dedos. El beso tierno ahora es el beso de la pasión. El sabor, el aroma y la sensación de tu beso. El calor de nuestros deseos. La entrega total de sí en el ósculo más esperado. Unión. Entrelazamiento. Sabor. Calor. Movimiento. Soltura. Abrazo. Amor. Sólo hay presente. Mis manos aprietan fuertemente las tuyas. Doble unión. Doble sensación. Doble calor. Doble amor. Entera donación de seres. En tinieblas sentimos íntimamente, detalladamente, tiernamente, cada uno de nuestros movimientos, de nuestro aliento, de nuestros palpitares. Latidos que bailan en la misma sintonía, al mismo ritmo, al mismo son. Amor desbordante en un ciclo interminable. Mis ojos lentamente comienzan a percibir la luz. Tu figura no está. Tu ardor es frío. Tu sabor no es. tu cuerpo nunca fue…

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